La suspensión de los aranceles del 25% a la importación de vehículos y autopartes mexicanos por parte del Tribunal Internacional de Comercio de Estados Unidos representa una victoria clave para la industria automotriz poblana, uno de los motores económicos del estado.
Con el reciente fallo que declara ilegales las tarifas impuestas durante el gobierno de Donald Trump, las armadoras Volkswagen y Audi —instaladas en Cuautlancingo y San José Chiapa respectivamente— podrán reactivar de forma inmediata sus envíos hacia el mercado estadounidense, lo que se traduce en una posible recuperación en producción, exportaciones y empleo.
Durante los primeros cuatro meses de 2025, ambas empresas enfrentaron fuertes caídas en exportaciones debido a los aranceles. Volkswagen redujo sus envíos en un 38.8% en comparación con 2024, mientras que Audi acumuló más de 37 mil unidades retenidas en inventario por la suspensión de entregas a EE.UU., incluyendo modelos Q5 ensamblados en Puebla.
La eliminación de esta carga fiscal permitirá a las empresas poblanas restablecer la competitividad de sus productos en el mercado norteamericano, que representa el principal destino de las exportaciones automotrices mexicanas. Esto no solo impulsará los ingresos de las compañías, sino que también dará estabilidad a miles de empleos en la entidad y a la cadena de proveeduría local, que incluye a decenas de pequeñas y medianas empresas.
“Esta decisión llega en un momento crítico y abre la puerta a una recuperación gradual del sector”, señalaron representantes del sector automotriz local. Además, se espera que se reactiven inversiones detenidas y se agilicen planes de expansión ante un panorama más favorable.
Aunque el gobierno estadounidense planea apelar la resolución, el fallo actual ya ha generado expectativas positivas en la industria, que durante meses operó con incertidumbre. Puebla, cuya economía depende fuertemente del clúster automotriz, podría ver una recuperación sostenida si se mantiene el libre flujo comercial con su principal socio.
Más allá de lo económico, la resolución refuerza la necesidad de mantener acuerdos comerciales sólidos como el T-MEC, y obliga a las empresas mexicanas a seguir fortaleciendo su cumplimiento con reglas de origen y estándares de calidad para consolidar su presencia en el mercado global.