El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el Centro Histórico de Puebla se transformó en un escenario de lucha, de esperanza y de reivindicación de derechos. Desde primeras horas de la mañana, las calles de la ciudad fueron testigos del paso decidido de cerca de 12 colectivas que, en un ambiente de unidad y diversidad, marcharon por las avenidas principales exigiendo justicia, igualdad y respeto.
A lo largo de la jornada, los contingentes de mujeres de todas las edades, muchas de ellas con pañuelos verdes y ropas moradas o blancas, avanzaron por el Bulevar 5 de Mayo y el Zócalo, transformando la ciudad en un símbolo de resistencia. Entre las pancartas que portaban se leían frases poderosas como “Ni una menos”, “Lo que nunca tuve para mí, que sea para mis hijas y mis nietas” y “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, mensajes de lucha por la vida, por la memoria, por la justicia.
Las marchas comenzaron a las 9:00 horas desde diversos puntos, como el Reloj de El Gallito y la Fiscalía General del Estado, reuniendo a mujeres, niñas, jóvenes y adultas. Una de las principales demandas fue el esclarecimiento del feminicidio de la abogada y activista Cecilia Monzón, asesinada en mayo de 2022. Mientras las participantes avanzaban, muchas portaban girasoles como símbolo de su lucha, coreando “¡Justicia!” con fuerza, hasta llegar al Zócalo, donde se alzaron más voces en solidaridad.
Uno de los colectivos más conmovedores fue el de Voz de los Desaparecidos de Puebla, quienes, al llegar al Zócalo, ofrecieron flores blancas y formaron una gran cruz en memoria de sus seres queridos. María Luisa Núñez Barojas, fundadora del colectivo, expresó un mensaje lleno de amor y exigió la localización de más de 2,700 personas desaparecidas en el estado. La marcha, que se enriqueció con tambores y cánticos del colectivo La Batucada, se caracterizó por la fuerza de los recuerdos y las demandas de justicia para aquellos que ya no están.

En otro rincón de la ciudad, el colectivo Chicas de la 14, compuesto por trabajadoras sexuales, también levantó su voz. Con sombrillas rojas y carteles que decían “El trabajo sexual es trabajo”, pidieron la dignificación de su oficio y la derogación de las leyes que criminalizan su labor. Partieron del Hotel México, en una zona considerada de tolerancia, y marcharon con determinación hasta el Zócalo, donde se unieron a las demás colectivas.
A pesar de la pacífica mayoría, no faltaron los gestos de protesta más radicales. Algunas participantes del Frente Feminista Radical Puebla, durante su marcha hacia las oficinas de la Fiscalía de Delitos contra la Mujer, realizaron pintas y dañaron algunos paraderos de la Línea 3 de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA), además de provocar un conato de incendio en un inmueble abandonado. Estos actos, aunque menos numerosos, evidenciaron la frustración y la rabia acumulada ante la falta de respuesta por parte de las autoridades.

Pero a pesar de los momentos de tensión, las muestras de apoyo también estuvieron presentes en el recorrido. Trabajadores de un almacén de ropa en la calle 16 de Septiembre, frente a la Catedral de Puebla, salieron con banderines morados para apoyar a las manifestantes. Además, algunas personas ofrecieron botellas de agua a las marchantes, un gesto de solidaridad que reafirmó que la lucha por los derechos de las mujeres no es solo de ellas, sino de toda la sociedad.
El 8M en Puebla fue un día de visibilización y resistencia, donde las voces de las mujeres no solo retumbaron en las calles, sino también en los corazones de quienes las acompañaron en esta marcha por la justicia, la dignidad y el respeto. Una vez más, Puebla se levantó con fuerza, sin miedo y con la certeza de que, aunque el camino sea largo, su lucha no se detendrá.