Pahuatlán, un encantador y apacible pueblo mágico enclavado en la sierra de Puebla, ha cautivado tanto a locales como a turistas por su singular belleza y sus tradiciones ancestrales. Con una rica herencia cultural que combina las raíces nahuas, otomíes y totonacas, este pueblo es especialmente famoso por su arte en la elaboración del papel amate, una tradición artesanal que se ha transmitido de generación en generación.
Sin embargo, en tiempos recientes, Pahuatlán ha comenzado a destacar también como un destino ecoturístico y de aventura. En medio de sus impresionantes montañas y paisajes, sobresale un atractivo único: los puentes colgantes que atraviesan la accidentada geografía de la región, ofreciendo vistas panorámicas que cortan la respiración.

Ubicado en la Sierra Norte de Puebla, una zona de bosques frondosos y montañas escarpadas, Pahuatlán comparte su entorno con otros pueblos mágicos de la región, como Zacatlán, Cuetzalan y Chignahuapan. Con una altitud promedio de 1,060 metros sobre el nivel del mar, el clima templado y húmedo de Pahuatlán favorece un entorno natural que se caracteriza por su vegetación densa, ríos caudalosos, y plantaciones de café.
Si planeas visitar Pahuatlán, el viaje en automóvil desde la Ciudad de México toma alrededor de dos horas y media, mientras que desde Puebla el tiempo estimado es de tres horas.
Una de las principales novedades turísticas de la zona es el puente colgante de Cabañas Don Migue, una pasarela de madera que se encuentra en el Mirador de Ahíla, a 20 metros de altura sobre el nivel del suelo y frente al majestuoso Cerro del Sirio. Este puente, de 100 metros de largo, ofrece una panorámica impresionante del pueblo y la región montañosa que lo rodea. Durante las mañanas, especialmente en la temporada de lluvias, se puede presenciar un mar de nubes que cubre los valles, creando un paisaje espectacular. El costo de acceso es de 80 pesos por persona e incluye otras atracciones como columpios extremos y acceso a los servicios básicos.

A tan solo 11 minutos en coche del centro de Pahuatlán, se encuentra otro de los puentes emblemáticos del pueblo: el puente Miguel Hidalgo y Costilla. Este puente más pequeño, de 60 metros de largo y 18 metros de altura, fue inaugurado en 1956 por los habitantes de las comunidades vecinas con el propósito de conectar Pahuatlán con localidades cercanas. Aunque originalmente estaba hecho de madera y cuerda, ha sido reforzado con cables de acero. La cruzada de este puente no tiene costo alguno, y los valientes que deseen disfrutar de un baño en el río Pahuatitla, conocido por sus pozas cristalinas, pueden hacerlo en la temporada de secas, cuando la corriente es más tranquila.
Pahuatlán es, sin duda, un destino que combina lo mejor de la cultura tradicional y las maravillas naturales, ofreciendo a los visitantes una experiencia auténtica y llena de aventura.